José Miguel Benavente

Propuestas públicas y efectos colaterales

A propósito de las discusiones recientes sobre etiquetado de alimentos, el postnatal y los resultados Simce, vale la pena detenerse...

Por: José Miguel Benavente | Publicado: Miércoles 27 de abril de 2011 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

José Miguel Benavente

José Miguel Benavente

A propósito de las discusiones recientes sobre etiquetado de alimentos, el postnatal y los resultados Simce, vale la pena detenerse a reflexionar sobre uno de los ámbitos más difíciles en la ciencia económica. Saber distinguir cuál es el mercado directamente involucrado en una medida de política pública y cuáles son mercados secundarios. Quizá uno de los errores más comunes sea confundir a ambos.



Tomemos el caso del postnatal. El objetivo central de esta medida es que las madres pasen más tiempo con sus hijos recién nacidos. El argumento médico/sicológico es que los niños necesitan ser estimulados y acogidos en forma continua durante los primeros meses de vida. Si dicha política logra que la madre efectivamente pase más tiempo con su hijo, que lo estimule y acoja, ello puede generar enormes beneficios no sólo para los involucrados, sino que también para la sociedad entera.

El problema, claro está, que al permitir que la madre pueda dedicarse a esta magna labor por un tiempo importante genera problemas en otro mercado relacionado, el mercado laboral femenino. Entre los efectos colaterales de alargar el postnatal se pueden incluir una mayor dificultad de encontrar trabajo, una penalización vía salarios o incluso menoscabo a la hora de negociar nuevas condiciones laborales. Determinar dichos efectos colaterales son en sí mismo objeto de gran interés. Pero lo que no se puede olvidar es el objetivo central de la medida. No es difícil perderse en la discusión sobre los efectos en los mercados secundarios desperfilando la discusión de fondo.

Otro caso, la calidad de la educación que reciben nuestros niños en el sistema público de enseñanza. Si éste es el problema que se desea solucionar, el mercado de los profesores, los sostenedores, las municipalidades pasan, entonces, a un segundo plano. Evidentemente que se deben analizar dichos efectos, pero sin perder de vista que lo central tiene que ver con la calidad de la educación.

A veces ocurre que en virtud de solucionar el problema principal algunos agentes se ven beneficiados y es por ello que varios grupos de interés que están asociados a mercados secundarios también les interesa que se implemente la medida sugerida. Pero no lo hacen necesariamente por los motivos directamente asociados al problema.

Pero, en general, son los mercados relacionados que se ven negativamente afectados los que más visualizan su malestar cuando se discute la implementación de un política. El problema de la obesidad infantil es muy ilustrativo de este punto. Las empresas de alimentos pueden verse afectadas por alguna medida orientada a solucionar los altos índices de obesidad de los niños. Si bien tienen un punto, lo central es dar solución al problema que justifica la propuesta.

Hasta aquí lo técnico, y la economía tiene que ser transparente al distinguir el mercado principal de aquellos secundarios y las externalidades que los vinculan. Como también ofrecer una opinión acerca de la efectividad y eficiencia de las soluciones propuestas. El hacer visible los problemas y esbozar soluciones es claramente un tarea que le cabe al mundo político.

Lo más leído